Exposición no. 8.- Black & white. Exposición colectiva de pintura, grabado y escultura en cerámica. Del viernes 1 de abril al jueves 2 de junio de 2016.
El color no puede hacer nada, que el blanco y el negro no puedan hacer también.
Vincente Minelli
En la historia del arte, han sido muchos los artistas que han explorado el uso del blanco y negro en sus obras, generalmente como algo totalmente deliberado e intencionado. El uso del blanco y negro fue muy común durante las vanguardias europeas, dicha monocromía se utilizaba generalmente para destacar la estructura formal, enfatizar los valores tonales o quizá para no desviar la atención del tema de la obra con el uso del color. Hoy en día, algunos de estos objetivos siguen presentes.
En esta exposición, se presentan 16 obras de 13 artistas, que muestran una producción de imágenes que no tienen colores excepto negro, blanco y tonos de gris.
Ningún horizonte/ni caminos, ni fronteras/ninguna herida de Julieta Trujillo es una obra llena de emoción, construida a través de líneas sueltas e impredecibles que crean un balance entre las áreas con luz y las zonas obscuras.
Las obras El tercer espacio de Jimena Manzanares, Sin título de Marisol Sagastume y Stalker IV de Rodrigo Ramírez, aluden en primera instancia a un entorno natural, a los árboles, a sus hojas, sus ramas, pero el hecho de que algo que por naturaleza está lleno de color, sea en estos casos representado en blanco y negro genera nuevos cuestionamientos. La obra de Manzanares, tiene un carácter taxonómico y que al estar conformada por varias piezas hace alusión a un ciclo, al de la vida. Y es que cualquier representación a la naturaleza generalmente es asociada a la vida, e incluso es anunciada como símbolo de fortaleza física, psíquica y espiritual, pero que tanto en la obra de Sagastume como en la de Ramírez, esa imagen se encuentra resquebrajada. Sus obras nos transmiten cierta empatía hacia aquellos momentos imperfectos y dramáticos.
No muy lejos de esta línea, pero con lenguajes formales muy distintos se encuentran las obras Sesiones con Valeria I y Sesiones con Valeria II de Sebastián Elías Gómez y 5 pesos y un simio de David Cruz. Los dos con miradas incisivas hacia su propia visión del mundo y qué en el primer caso, es una visión hacia su mundo interior, mientras que en el segundo es hacia el mundo que nos rodea. Elías Gómez, nos abre una ventana hacia su propia existencia y nos permite verla cual si estuviéramos ocupando un lugar de terapeuta. Por otro lado, Cruz nos muestra con una intensidad desbordante el descuido, el abandono, el caos y el desconcierto del mundo en el que vivimos.
Las esculturas Casa Vacía y Solo casa de Pilar Bañuelos también giran en torno a lo íntimo, a través del volumen, textura, escritura y pequeñas arquitecturas, el acabado de las piezas en negro, gris y el tono natural del barro, resaltan los detalles de estos elementos, que se funden para dialogar en una poética íntima y personal.
Con ese mismo distintivo personal y en cierta medida secreto, la obra El negro sobre el blanco de GNT, proviene del universo del graffiti, dando cabida a la necesidad intrínseca de velocidad, tamaño y visibilidad. La gente puede participar en un diálogo visual que no se basa en la interacción cara a cara o en los conocimientos previos sobre la identidad del autor.
Provenientes también de otras esferas de lenguaje, se encuentra la obra Être I de Mariana Romaní y Escrituras circulares de Eduardo Mejorada. La primera fue realizada a través de una aplicación de celular, con la que la artista explora distintos usos de la línea a través de lo digital. En la segunda, la abstracción se convierte en la lengua perfecta de su artífice y el territorio perfecto para generar su propio sistema de comunicación.
Las obras Lacustre I y Lacustre III de Fabián González, nos permite crear un enunciado misterioso sobre la existencia en el agua. En sus obras, el artista deja atrapados a dos animales acuáticos bajo una estética de fósil.
Por último, dos obras afinadamente narrativas, Sin título de Rodrigo Zavala y Funeral de César Flores. La primera nos muestra un ajolote que va cruzando sobre diferentes planos cuál si atravesara distintos capítulos dentro de la historia de una ciudad, pudiendo referenciar a Julio Cortázar quien describía a este animal como testigo y a veces juez de la historia de México. La segunda también habla de un microcosmos, que muestra en la pieza un ecosistema social que se ve enriquecido gracias a una estética basada en la reinterpretación de algunos elementos pertenecientes a la artesanía de nuestro país.